Los Aztecas y el Cacao

Los mexicas son el grupo específico que fundó Tenochtitlán, el núcleo del Imperio Azteca. Por otro lado, “azteca” se refiere a la civilización que se desarrolló a partir de esta ciudad-estado, incluyendo a varios pueblos bajo su dominio.

El uso del cacao se difundió entre los mexicas hacia el año 1400 d. C, quienes entraron en contacto con las antiguas ciudades mayas entre los siglo XII y XV, y a partir de ese momento adoptaron la bebida de cacao.

Poco después, se desarrollaron nuevas regiones chocolateras en las costas del Pacífico, como la provincia de Nicoya en el territorio actual de Costa Rica hasta las tierras bajas de Colima, en México.

Para los Aztecas, el cacao era un producto de lujo, cuyo consumo regular se reservaba a las élites. “Techocolat” era un brebaje amargo y concentrado preparado a base de cacao, reservado para el emperador, los nobles y los guerreros.

Recreación de Tenochtitlán

Un pasaje del Códice Xolotl relata que los soldados aztecas, cuando salían a campaña, llevaban consigo maíz tostado, pimientos, frijoles molidos, y cacao molido.

Bernal Díaz del Castillo señala la presencia de cacao en el mercado de Tlatelolco (El más importante de México-Tenochtitlán), y que su uso en momentos puntuales era generalizado en la población.

Para preparar la bebida de cacao, los aztecas primero tostaban los granos y los trituraban hasta reducirlos a polvo, en ocasiones junto a otras semillas.

El polvo era puesto en un vaso al que después se le añadía agua, se batía y se pasaba a otro recipiente para recibir la espuma. Luego se le agregaban ingredientes como vainilla o plantas y flores aromáticas para obtener bebidas de diferentes colores y aromas (rojas, naranjas o blanquizcas).

Los aztecas mezclaban chile con las semillas del cacao tostadas y molidas, y añadían harina de maíz como emulsionante. Además, inventaron el molinillo, con el que aumentaban la aparición de espuma.

Recreación de Tenochtitlán

Los mexicas tenían por costumbre beber el chocolate frío, al contrario de los mayas de Yucatán. Los comerciantes, tanto antes de partir como al regresar de sus largos viajes hacia tierras lejanas, celebraban rituales dedicados a los dioses del comercio y el cacao en los que tomaban cacao, festejaban con banquetes y fumaban mapacho. 

Cuando los comerciantes mejoraban su posición social, los rituales eran cada vez más complejos, sacrificaban esclavos y consumían hongos psicoactivos.

Los guerreros siempre eran provistos con sus raciones, que incluían cacao molido en forma de bolas, maíz tostado, frijoles machacados y manojos de chiles secos. En el acto donde se investía a un nuevo caballero águila o caballero tigre, también se acostumbraba a beber cacao.

El chocolate reservado para los dignatarios era denominado como “tlaquetzalli”, que significa “cosa valiosa”. Durante el periodo Posclásico (1000 a 1550 d, C.), el cacao adquirió la calidad de moneda y el imperio mexica lo estableció como tributo.

Los mexicas acostumbraban a moler los granos en seco con maíz, obteniendo un polvo llamado cacahuapinolli. Sin embargo, el uso gastronómico más importante del cacao era la preparación de una bebida fría refrescante, estimulante, algo amarga que se obtenía moliendo los granos y disolviéndolos en agua, a la que los cronistas españoles describen como “una espuma muy sabrosa”.

Fray Bernardino de Sahagún

Fray Bernardino de Sahagún fue un misionero franciscano, autor de varias obras en náhuatl y en castellano. Su Historia general de las cosas de la Nueva España, compuesto de doce libros, es su principal obra.

En estos escritos relata el proceso de elaboración del cacao que seguían los mexicas:

“Muélenlo primero de este modo: que la primera vez muele o machuca las almendras; la segunda vez un poco más molidas; y la tercera vez y muy postrera muy molidas, mézclense con granos de maíz muy cocidos y lavados, y así cocidos y mezclados les echaban agua en un vaso; y si les echan poca, hacen lindo cacao; y si mucha, no hace espuma, ya que para hacerlo bien se hace y guarda lo siguiente: conviene a saber, que se cuela, después (…) se levanta para que chorree y con esto se levanta la espuma, y se echa aparte, y a veces espésese demasiado y mézclese con agua después de molido, y el que lo sabe hacer bien hecho y lindo, y tal, que sólo los señores le beben, blanco, espumoso, bermejo, colorado y puro, sin mucha masa”

Según fray Bernardino de Sahagún, al que se tiene como el máximo conocedor de la lengua nahuatl entre los conquistadores de la época y cuyos escritos se han clasificado como “monumentos etnográficos” entre los mexicas tenochcas, sólo los nobles y los que se habían distinguido en la guerra tenían derecho a consumir bebidas de cacao sin permiso alguno; la mayor parte de la población sólo podía tomarlo en ciertas ceremonias y “si sin licencia lo bebían, costábales hasta la vida”. Entre los mexicas se llegó a conocer como yollotlieztli, “precio de sangre y corazón”.

A partir de la receta básica, se agregaban otros ingredientes para obtener diferentes resultados; A veces se bebía sin agregar maíz, o se añadían hierbas, frutos y flores. Para endulzarlo se usaba miel. El chocolate caliente era poco común y considerado un gran manjar.

Bernal Díaz del Castillo (2005) describe las costumbres del sobrino de Ahuitzotl e hijo de Axayacatl, Moctezuma:

“Traían en unas como a manera de copas de oro fino con cierta bebida hecha del mismo cacao; decían que era para tener acceso con mujeres y entonces no mirábamos en ello; mas lo que yo vi que traían sobre cincuenta jarros grandes hechos de buen cacao, con su espuma, y de aquello bebía, y las mujeres le servían al beber con gran acato.”

Quetzalcóatl

Leyenda del Cacao

Los Mexicas, que absorbieron la cultura de los toltecas, adaptaron la misma leyenda que éstos tenían sobre el cacao, compartida también por los mayas: El dios Quetzalcóatl, representado como una serpiente emplumada, bajó de los cielos para transmitir sabiduría a los hombres y les trajo un regalo: la planta del cacao.

Los otros dioses no le perdonaron que diera a conocer el alimento divino y se vengaron desterrándolo: fue expulsado de sus tierras por el dios Txktlpohk, al igual que en la mitología griega el fuego fue robado a los dioses por Prometeo (Los mayas y aztecas relacionaban el cacao con el fuego y el agua).

Según la leyenda azteca, cuando el dios Quetzalcóatl bajó a la tierra para regalar a la humanidad la agricultura, las ciencias y las artes, se casó con la bella princesa de Tula.

Para celebrarlo creó un paraíso donde el algodón nacía de diferentes colores, el agua brotaba cristalina y había todo tipo de piedras preciosas, plantas y árboles, entre los que destacaba el cacahuaquahitl, el árbol del cacao.

Pero éste era el alimento de los dioses, que quisieron vengarse de Quetzalcóatl por haberlo entregado a los hombres, y asesinaron a su esposa. Desolado, el dios lloró sobre la tierra ensangrentada y allí brotó un árbol con el mejor cacao del mundo, cuyo fruto era amargo como el sufrimiento, fuerte como la virtud y rojo como la sangre de la princesa.

Cristobal Colón

Cristobal Colón fue el primero entre los europeos en conocer el cacao. En su cuarto y último viaje a América en 1502, encontrándose cerca de la isla de Guanaja, al largo de la costa de Honduras, su nave fue abordada por una embarcación maya cargada con bienes de cambio.

Colón no supo evaluar el real valor de las semillas de cacao que le ofrecieron los indígenas, ni tampoco tuvo ocasión de descubrir cómo las mismas se trabajaban para preparar con ellas una bebida, que jamás llegó a probar, pero sí observó la alta consideración de la que eran objeto y llevó algunas a la corte de Castilla.

Como atestiguan las crónicas de la Conquista, para los primeros españoles desembarcados en el Nuevo Mundo el cacao fue simplemente una curiosidad y, al menos en un primer momento, no fue su uso alimenticio que los atrajo, sino el valor monetario de los granos.

El hijo de Cristobal Colón, Hernando, cuenta: “Y muchas almendras que usan por moneda en la Nueva España, las que pareció que estimaban mucho, porque cuando fueron puestas en la nave las cosas que traían, noté que, cayéndose algunas de estas almendras, procuraban todos cogerlas como si se les hubiera caído un ojo” Historia del almirante, Hernando Colón.(Colón 275).

 

Moctezuma y Hernán Cortés

Moctezuma II

Moctezuma, gobernador de México-Tenochtitlán durante la conquista de México por parte de los españoles, se distinguió como un excelente guerrero y encabezó las campañas emprendidas por su tío Ahuitzotl, que expandió el Imperio azteca hasta las mismas tierras de Guatemala, región codiciada por su producción de cacao.

Bajo su mandato, la ciudad de Tenochtitlan logró mantener su poderío y el dominio que ejercía sobre otros pueblos.

El emperador azteca implantó una serie de medidas que le hicieron ganarse la fama de rey extravagante: Nadie podía mirarlo a los ojos y debían hablarle sin levantar la vista. No se le podía tocar, ni darle la espalda.

Según la leyenda, el emperador Moctezuma bebía cincuenta tazas de cacao al día.

Esta bebida espumosa también fue utilizada en ceremonias religiosas por Xochiquetzal, la diosa de la fertilidad. Su sistema económico contemplaba el precio a pagar usando granos de cacao como moneda: con cien se obtenía un esclavo, y con doce, los servicios de una cortesana.

Desde antes del reinado de Motecuhzoma II, la nobleza Azteca y sus comerciantes (pocbeta), realizaban ceremonias fastuosas y grandes banquetes donde bebían cacao.

Les interesaba especialmente la especie cacao lagarto (T. pentagonum), la cual asociaban con Cipactli (cocodrilo en náhuatl).

Según el Moctezuma II, la bebida de cacao podía sostener a un hombre sin comer durante un día entero.

El Penacho De Moctezuma

El “penacho de Moctezuma” es un tocado de plumas de quetzal engarzadas en oro que se piensa que podría haber sido de Moctezuma.

Está hecho con plumas de quetzal montadas sobre una base de oro adornada con piedras preciosas. Tiene 1.544 piezas metálicas de oro, las plumas azules son del ave xiuh totol, y los tejuelos de oro tienen forma de medias lunas con piedras preciosas.

Tiene una altura de 116 cm y un diámetro de 175 cm. Posee una zona rosa de plumas de tlauquechol y otra zona de plumas marrones de cuclillo, de donde sale una hilera de plumas verdes de quetzal, algunas de hasta 55 cm de largo, le sigue otra zona también de plumas de quetzal; en total tiene más de 222 plumas de quetzal.

El penacho fue llevado a Europa por Hernán Cortés; pudo ser un regalo de Moctezuma Xocoyotzin tras la llegada del explorador conquistador español a las costas mexicanas.

Cortés obsequió el penacho al rey Carlos I de España y V de Alemania, de la Casa de Habsburgo. Años después, fue registrado en el inventario de bienes del archiduque Fernando II de Habsburgo pariente de Carlos I tras su muerte en 1595.

Entre 1799 y 1802, fue trasladado al Castillo de Ambras para protegerlos durante las guerras napoleónicas. Fue llevado a Viena en 1806, y 72 años después pasaría a ser propiedad del Estado austriaco. En los últimos años el Estado Mexicano ha iniciado diferentes campañas para tratar, aún sin éxito, que esta pieza histórica sea devuelta a su territorio.

Moctezuma y Hernán Cortés

Hernán Cortés

Fue por obra de Hernán Cortés, llegado a México en 1519, que los españoles comenzaron a interesarse en el cacao.

En abril de 1519, las tropas españolas lideradas por Hernan Cortés, desembarcaron en el un pueblo del Golfo de México, en el actual Estado de Veracruz, que en aquel entonces era territorio del Imperio Azteca, gobernado por Moctezuma.

Al desembarcar, Cortés fue confundido con la reencarnación del dios Quetzalcóatl y acogido con honores por el emperador Moctezuma II debido a que, según contaba la leyenda, Quetzacoatl, el dios barbudo y de piel blanca, había prometido su regreso precisamente en el año Ceacatl, 1519. (Monreal y Tejada).

El conquistador español Bernal Díaz del Castillo relata, en su “Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España”, el banquete de bienvenida que el emperador Moctezuma ofreció a Cortés:

“De cuando en cuando traían en unas copas de oro fino con cierta bebida hecha con

cacao, que decían era para tener acceso con mujeres; y entonces no mirábamos en ello; más lo que yo vi, que traían sobre cincuenta jarros hechos de buen cacao con su espuma, y de aquello bebía y las mujeres le servían al beber con gran acato (…) Porque Moctezuma era aficionado a placeres y a cantares (…)  y cuando terminaba de comer también le ponían tres cañutos muy pintados y dorados, y dentro tenían liquidámbar revuelto con una hierva que se dice tabaco, y después que le habían bailado y cantado y alzado la mesa, tomaba el humo de uno de aquellos cañutos.”

El Conquistador Anónimo, México, Editorial América:

“El árbol que produce este fruto es el más delicado de todos, y no nace sino en tierras fuertes y cálidas; antes de sembrarlo plantan otros dos árboles muy copados, y así que éstos están ya como de la altura de dos hombres, siembra entre los dos éste que produce el dicho fruto, para que aquellos otros, por ser éste tan delicado, lo guarden y defiendan del viento y del sol, y lo tengan a cubierto. “

“Y más tenía el dicho Quetzalcoatl todas las riquezas del mundo, oro, plata, piedras verdes que se llamaban chalchihuites y otras cosas preciosas, y mucha abundancia de árboles de cacao…” (Códice Chimalpopoca)

Cortés muy pronto comprendió el alto valor nutritivo del cacao, y comenzó a repartirlo a sus soldados: “[…] es una fruta como almendras, que ellos venden molida, y tiénenla en tanto, que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes”  […] una sola taza de esta bebida fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar otro alimento” (Cortés 146).

Al ver que los granos de cacao se usaban como moneda y que los aztecas atribuían a la bebida de cacao virtudes reconstituyentes y afrodisíacas, Hernán Cortés creó plantaciones en México, Trinidad y Haití, e incluso en una isla de África occidental. Desde esa isla, el cultivo del cacao se extendió a Ghana en 1879.

Teotihuacán

Teotihuacán

La Zona Arqueológica de Teotihuacan se localiza en el actual estado de México, al noreste de la capital mexicana. Teotihuacan significa el “lugar donde fueron creados los dioses” en nahuatl y debe su nombre a los mexicas, que la llamaron así cuando encontraron en ruinas este gran complejo arqueológico, seis siglos después de su abandono, que perteneció a una civilización anterior.

Posiblemente, fue la civilización tolteca la que construyó el complejo de Teotihuacan. Alcanzó los 22 kilómetros cuadrados de extensión y fue uno de los centros culturales del área, con las pirámides más grandes de Mesoamérica.

Teotihuacán estaba situada en una zona donde no se daban las condiciones climáticas requeridas para el cultivo del cacao, y éste se importaba desde las regiones productoras, en la zona de la actual península de Yucatán y en las selvas de Chiapas. Existían estrechas relaciones comerciales entre teotihuacanos y mayas, quienes se encargaban de su cultivo y venta.

El cacao se convirtió en uno de los productos asociados a la riqueza, junto con el jade, las plumas preciosas y las pieles de jaguar. Sus semillas eran utilizadas también como moneda de cambio.

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