Desafíos Yawanawá
Problemas actuales, logros y lucha por la defensa de sus territorios
A lo largo de las últimas décadas, los problemas a los que se han tenido que enfrentar las comunidades Yawanawá están relacionadas con los mineros, los madereros y los misioneros.
De estos tres grupos, los misioneros han tenido a lo largo de la historia un trato abusador y destructivo para los Yawanawá. Los misioneros invadieron y destruyeron los territorios indígenas a los que se acercaron supuestamente para hacer un trabajo humanitario. Su interés era convertir al cristianismo a los indígenas para explotarlos.
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Había misioneros vinculados a la empresa Paranacre, que esclavizaba a los Yawanawá. La compañía compró unas tierras junto a las del Territorio Indígenas para extraer caucho y explotar la tierra para la ganadería.
En los años 80, el líder espiritual y político de los Yawanawá, Bira, consiguió por fin expulsarlos de sus tierras. Bira fue compañero de luchas del conocido Chico Méndez, el activista de la Amazonia asesinado por rancheros que se convirtió en un símbolo mundial de la defensa del territorio amazónico.
También ha sido compañero de luchas de Marina Silva, actual ministra de medio ambiente de Brasil. En los años 80, creó junto a otros líderes amazónicos la Alianza de los Pueblos de la Floresta, quienes se enfrentaron por fin a los caucheros.
Hace cuatro décadas, Bira inició una revuelta en su tierra: a los 18 organizó a su comunidad para expulsar a los misioneros evangelistas que los tenían sometidos; les prohibían hablar su lengua o practicar sus tradiciones y permitían que fueran explotados por los caucheros como mano de obra esclava.
La explotación del caucho nativo –Hevea brasiliensis– exigía vivir en la selva. La comida, herramientas, armas y medicamentos procedían del barracão, tienda en las cercanías de las áreas de extracción, donde se compraba a crédito. O de los regateros, embarcaciones que vendían los productos entre estas nuevas poblaciones en los márgenes de los ríos.
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Los encuentros de peruanos y brasileños con poblaciones indígenas fueron constantes y oscilaban entre la alianza y la guerra. Las etnias fueron diezmadas intencionadamente por presuponer que eran agresivas. Por otro lado, surgieron algunas alianzas entre indígenas y patrones que, a cambio de herramientas, armas y alimentos, cazaban y enseñaban las sendas hacia árboles de caucho en la selva.
La violencia de los misioneros en el territorio causó un etnocidio cultural. Los evangelistas prohibieron a las tribus hablar en sus idiomas, tocar y cantar sus músicas, usar su vestimenta y sus pigmentos corporales y les obligaban a trabajar como esclavos en explotaciones caucheras. La libertad y la autonomía llegaron por fin junto a la lucha de Bira.
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Sin embargo, con la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro al gobierno de Brasil en 2019, los pueblos originarios del Amazonas volvieron a verse amenazados por los mismos grupos que históricamente intentan eliminarlos: la minería y la pesca ilegal, los madereros, la ocupación de tierras, la expansión de la frontera agrícola y los misioneros. Las políticas de Bolsonaro no sólo dieron luz verde al avance de la tala de árboles en la zona y a la ampliación de las zonas ganaderas, si no que además compartía la mirada racista de los misioneros hacia los pueblos originarios amazónicos y colocó a líderes evangelistas para administrar las zonas.
Se sabe también que Bolsonaro encubrió asesinatos (hay quien le acusa incluso de idearlos) de líderes ecologistas y periodistas que fueron a la zona para reportar a nivel mundial lo que estaba pasando. En junio de 2022, el periodista británico Dom Philips, colaborador en The Guardian o The Washington Post, y el indigenista Bruno Araujo fueron asesinados mientras intentaban llegar a la Aldea Sagrada, donde vive el líder Yawanawá Bira, con quien había concertado entrevista. Estaban documentando el trabajo que hacían los indígenas para proteger el territorio de la invasión de las mafias y el narcotráfico.
El reportero y autor peruano Joseph Zárate, dijo: “Estas vidas nuestras, aparentemente modernas, civilizadas, en realidad son como un tapete que oculta la barbarie que sucede en los lugares donde se extraen los recursos naturales”. Viajar a esos lugares, explica Joseph, permite dar testimonio de “la depredación del bosque, la muerte de los ríos, el exterminio de poblaciones indígenas”.
Marta Peirano, escritora y periodista, especialista en la intersección entre tecnología y poder, apunta que: “Lo que me interesa de la selva o de los lugares alejados de la ciudad son las maneras alternativas de afrontar los problemas comunes, pensando que la crisis climática, la falta de agua, el acceso a la energía, el transporte, la agricultura, el acceso a los alimentos, son problemas comunes”, explica. En la selva, y en algunas partes del campo, existen “una variedad de soluciones distintas para la misma cosa, porque son soluciones locales.
A menudo soluciones antiguas, de alguna manera adaptadas a lo contemporáneo, y sobre todo, soluciones distribuidas. Es decir, que no son soluciones monolíticas, sino que están contaminadas de la idea de lo común y están enhebradas en la tradición de las prácticas comunes”.
Aprender a vivir con la tierra, dice Marta, convivir con lo local, fluir con el espacio al que perteneces, es una práctica “que es la opuesta a la que tenemos en la ciudad. La ciudad es el triunfo de la tecnología sobre la naturaleza: es una isla de asfalto electrificada con servicios centralizados que dependen de procesos completamente generados por el hombre. Las aguas que bebemos están tratadas con cloro, la tierra está tratada con cemento, las casas están hechas de hormigón y de hierro”.
Las luchas de estos pobladores del Amazonas han sido tan conocidas a nivel mundial, que incluso grandes famosos han estado presentes en sus tierras con la intención de apoyar a la preservación de su cultura, que conlleva implícitamente el cuidado de la selva amazónica.
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El actor Joaquín Phoenix, por ejemplo, estuvo en tierras de los Yawanawá a principios de 2020 para grabar un documental. Este año, 2024, Leonardo Di Caprio estuvo con el líder Bira en un evento. El actor está participando en un proyecto de arte digital junto a los Yawanawá, quienes, como vemos, han tejido redes en todo el mundo. También colaboran con algunas empresas de cosméticos proporcionándoles el pigmento natural que ellos usan para pintarse el cuerpo.
Avatar, la película, está basada en esta tribu amazónica. Todo esto hace al mismo tiempo bien y mal a la continuidad de la tribu, que de repente se ven representados en las grandes pantallas del cine de todo el mundo, viajando por las grandes alfombras de Hollywood.
Podemos decir que en algunos casos el contraste entre su vida tradicional en la selva y sus glamurosos viajes es extremo. Los más jóvenes están deseando viajar por todo el mundo, jugar al juego del dinero, del alcohol. Los más mayores se hicieron muy conocidos en todo el mundo dando conferencias, rituales. Ahora quieren volver a sus pueblos natales amazónicos e invertir ahí el dinero que han ganado para la conservación de su tribu y su cultura.
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Actualmente existe una muy poderosa, Putany, esposa de Bira, que es la primera chamana de una nueva saga de mujeres curanderas – que habían desaparecido durante muchos años, los años en los que los Yawanawá vivieron sometidos por los evangelistas.
Ella sobrevivió a la prueba de vivir sola en la selva durante un año entero. Después, volvió al poblado y contó a la tribu todas las visiones que había tenido durante ese tiempo. Esto ayudó a devolver la fuerza de las mujeres y su confianza a la tribu. Las mujeres volvieron a cantar y a tener presencia en los rituales. Ella hizo mucho trabajo para las mujeres, dándoles la fuerza de ser parte de las iniciativas.
En definitiva, la tribu Yawanawá son un ejemplo de la defensa del territorio y de la cultura ancestral amazónica. Son un icono que muestra cómo las comunidades indígenas pueden protegerse, vivir bien y ayudar al hombre blanco en su despertar espiritual y conexión con la naturaleza para las futuras generaciones.
Muchos Yawanawá hacen uso de las redes sociales como Twitter o Facebook para estar presentes en la comunidad global, y también se vinculan con aliados extranjeros para establecer proyectos de investigación y producción.
“Lo más difícil es mantener el equilibrio de la tradición con lo nuevo, porque en la tradición está inferida la educación y el respeto de vivir con la naturaleza, y mantener la integridad física y cultural de un pueblo. Al mismo tiempo, lo nuevo que buscamos fuera, muchas veces no es entendido como forma de apoyar, sino para destruir la comunidad.
Por ejemplo, el dinero. Nosotros no tenemos la costumbre de manejar dinero, entonces la plata puede ser un instrumento para apoyar, para cambiar, para construir algunas cosas pero también puede ser la destrucción de un pueblo indígena”. Afirma Tashka, líder de una aldea Yawanawá.
“Sobre el cambio climático nuestros chamanes dicen que algo va mal en el mundo”. – Dice un joven Yawanawá en Londres, en una charla TED – “Y es que la gente ha perdido la noción del balance entre el dar y recibir, sólo quieren más y más, recibir sin límite. Es como si el mundo hubiera perdido el control. Lo que la gente necesita es más amor y entenderse unos a otros. Ese balance trae directamente beneficios sobre la naturaleza.
En el mundo occidental no existe realmente la conciencia de lo común, de lo publico como algo que es necesario”. Luego añade: “Muchos pueblos indígenas están perdiendo sus tierras por las plantaciones de monocultivos de azúcar y soja y están siendo desplazados, condenados a vivir en la indigencia, sin casa, sin comida, han perdido su tierra y con ella todo lo demás, su vida, su cultura.” “Para nosotros el bosque, la selva, es la vida. Si no hay selva, no hay vida. Pero así debería de ser para todos los humanos si tuviéramos un poco más de conciencia”.